Actualmente, aproximadamente uno de cada 175 niños de todo el mundo nace con este trastorno, aunque varía en cada país. En Estados Unidos, por ejemplo, la prevalencia se encuentra actualmente en el 1,5%, mientras que en 1975, tan sólo uno de cada 5.000 niños tenía autismo, según los datos publicados por K. Wintraub en un artículo publicado en Nature.
La doctora Stephanie Seneff, uno de los nombres más polémicos de la ciencia, denunció que los alimentos genéticamente modificados han elevado el número de enfermedades crónicas, así como las alergias alimentarias y otros padecimientos como la diabetes, el Alzhéimer, el parkinson, esclerosis múltiple o el síndrome de colon irritable. Pero el más reciente trabajo realizado por la Seneff comenta sobre el peligro del glifosato, componente principal de un herbicida, principal causante de que estas enfermedades se hayan disparado de forma tan rápida, así como la intolerancia al gluten y el aumento en casos de autismo.
El glifosato, explican los investigadores, puede encontrarse en la orina y en la sangre de las embarazadas. En Estados Unidos, estos niveles son 10 veces superiores a los de Europa. Y por ello, la investigadora señala que el autismo puede deberse a agentes ambientales, como la exposición a determinadas sustancias durante el embarazo. Aunque en contraparte, existen teorías que retan a la científica y comentan que no es un análisis convincente y falta mucho para comprobarlo.
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